El agrónomo argentino nos cuenta cómo OneSoil le ayuda a identificar problemas en los extensos campos

— ¿En qué consiste tu trabajo? ¿Cuáles son tus responsabilidades?

Soy ingeniero agrónomo y brindo asesoramiento sobre el desarrollo y monitoreo de cultivos: todo lo relativo a la presencia de plagas, enfermedades y malezas. Llevo más de 20 años trabajando en la agricultura.

— ¿Puedes describir brevemente cuál es la situación de la agricultura en la región donde vives?

Vivo en la ciudad de Los Toldos, en la provincia de Buenos Aires. Es una ciudad que está en la zona agrícola del país, lo que aquí se denomina la "pampa húmeda". Es una zona principalmente de grandes extensiones de soya, pero también de maíz, trigo, girasol. También existe actividad ganadera, gracias a la cría de vacunos.

— ¿Se puede decir que la agricultura es rentable en tu región?

En Argentina la política es un poco particular. Nuestro gobierno les impone a los agricultores un impuesto a la exportación. A diferencia del resto de los productores del mundo, el productor argentino debe pagar un derecho de exportación por todo el trigo, la soya y el maíz que produce y vende para exportación. Hoy por hoy, en el cultivo de soya este impuesto puede llegar a representar un 33% de la producción. En el caso de los cereales, si bien la retención es menor, también compromete la rentabilidad de algunos cultivos cuando la distancia a los puertos es mayor.

Al productor no le queda más opción que aceptar las reglas de juego. Pero en años anteriores se ha optado por producir solo aquellos cultivos que implican menos riesgos de producción y costos. Esto ha dejado de lado la rotación de cultivos, con el consiguiente daño del suelo que esto implica.

— ¿Quiénes son tus clientes habituales?

En general, mis clientes van de medianos a grandes productores. Trabajo con productores que siembran tres mil hectáreas, mientras que otros, por su parte, siembran alrededor de 500 o más. Esto, en otros modelos de producción como en el caso de Europa, representa una extensión grandísima. La superficie media de los campos de mis clientes es de aproximadamente entre 100 y 200 hectáreas.

El productor tiende a reinvertir en la incorporación de tecnología, sobre todo de insumos en sus campos. Esto le permite tener muy buenos rendimientos. A su vez, afortunadamente, se ve favorecido por el clima y el suelo de nuestra región.

— Has mencionado que te especializas en el monitoreo de plagas, enfermedades y malezas. ¿Cuáles son los problemas más típicos a los que te enfrentas?

Mi trabajo radica en el monitoreo de plagas. Generalmente, realizo el seguimiento a lo largo de toda la campaña. Es decir, desde antes de la siembra y hasta el momento de la cosecha, realizo un monitoreo semanal. Voy a cada uno de los campos y realizo muestreos de las plagas existentes. Generalmente, dependiendo del año, tenemos problemas de lepidópteros y de malezas.

Últimamente, el problema de las malezas se encuentra mucho más extendido y genera mayor preocupación que el de las plagas. En cuanto a estas, hoy en día existe más tecnología disponible para su control. En cambio, actualmente han aparecido muchas malezas que son resistentes a los químicos que tradicionalmente se utilizan. Y, por ello, se están volviendo un factor limitante a la hora de planificar la producción.

— ¿Cuáles son los otros problemas o dificultades a los que se enfrentan tú y tus clientes en el trabajo?

Como manejamos superficies muy grandes, es muy importante contar con una herramienta que ofrezca imágenes satelitales para el seguimiento de los cultivos. Muchas veces, si no cuentas con un panorama global de cómo se encuentra el campo, hay cosas que se te escapan.